(Publicado por primera vez en Mindalia) ¿No creerás que ves la realidad tal cual es? No puedes. Yo tampoco, claro. Sólo captamos una fracción de la realidad y además, ese trocito pequeño lo interpretamos. No hay objetividad en la percepción. Parece que sí, pero no. El cerebro es un órgano ciego, así que procesa las señales y estímulos que le mandan nuestros sentidos. Los descodifica y nos devuelve a nuestra conciencia una imagen, una reacción, un pensamiento, un recuerdo…. Pero el cerebro está modelado, no es objetivo tampoco. ¡Está completamente lleno de subjetividad! Tu vida, las cosas que te han pasado, las que no, tus vivencias, deseos, traumas, tu educación, la cultura del país en el que has nacido, tu género, tu familia, tus experiencias…. todo eso es único, ¿verdad? Nadie más ha tenido exactamente tu vida. Nadie es exactamente tú. Todo eso ha conformado tus creencias. En tus primeros años de vida se creó esa parcelación de la realidad, esa interpretación de qué es la vida y cómo son las cosas. Pero ya ves: otra persona con otras experiencias tendrá otras creencias. De las creencias nacen los pensamientos. Así que lo que piensas sale de un lugar muy concreto, de un marco de referencia muy tuyo. Y lo que piensas genera lo que dices, lo que haces y tus hábitos. Es decir: tus creencias determinan tu vida y cómo la vives. Pero ninguna creencia o pensamiento tiene la cualidad de ser verdad: sólo son lo que crees verdad, no lo que es verdad.