Todos hemos oído de las bondades y beneficios que puede aportarnos meditar. Puede que incluso tengas esa actividad en tu lista de “un día tengo que hacerlo” porque te atrae de alguna manera. Incluso hay estudios neurocientíficos que describen los cambios en nuestro sistema tras sólo 8 semanas de practicar. Seguro que a tu Facebook han llegado videos inspiradores para ponerte a ello y una parte de ti dijo: “me apetece”. Quién sabe, puede que incluso hayas ido a alguna clase demostrativa de algún tipo de meditación. Y esa cantante que te gusta tanto o ese actor tan bueno, también lo practican y lo sabes.
Algo nos empuja a intentarlo, pero no acabamos de entrar de lleno en ello. Lo que tenemos claro son las razones por las que NO vamos a hacerlo. A ver si te suenan:
- No tengo tiempo
- No estoy cómodo en esas posturas
- No sé poner la mente en blanco
- Eso es muy difícil y lleva años
- Esto es para místicos o espirituales
- No le veo la utilidad
- No tengo experiencia en esas cosas
En esta ocasión quiero centrarme en los razonamientos más usados para no sólo no acercarte a esta práctica, sino incluso para denostarla. Conozco gente que no sólo no medita ni lo ha intentado, pero se pronuncia vehementemente contra ella, como si tuvieras que posicionarte a favor o en contra obligatoriamente, aunque no sepas de qué hablas. Aunque eso lo hacemos mucho ;-)
En realidad, si te fijas bien y cambias alguna palabra, esas mismas razones las podemos extrapolar a un montón de situaciones. Es un mecanismo inconsciente: queremos hacer algo, no nos sale (porque no sabemos, no tenemos los recursos, no es el momento, etc), nos sentimos mal, buscamos una justificación que le de sentido a esa emoción que nos nos gusta (rabia, frustración, tristeza, etc) que se acaba convirtiendo en una creencia (“es que yo soy así”, “es que yo no puedo”, “es que esto no es para mi”, etc.) y en base a ella vivimos. De manera que la creencia se convierte en una forma de tapar una emoción que no nos hace sentir bien, explicando una razón por la que eso no se puede hacer. Así que cada vez que se presenta la oportunidad de volver a intentar hacer lo que no nos salió, nuestro sistema nos defiende contra el sufrimiento de esa emoción que no sabemos gestionar, impidiéndonos intentarlo. Así no salimos de los márgenes de nuestra zona de confort, que es lo conocido y lo que nos aporta seguridad a través de una falsa sensación de control. Creemos que controlamos la situación, cuando la verdad es que no nos atrevemos a ir más allá de los límites que nos pone nuestros pensamientos. Porque recuerda: tu cerebro está diseñado para que sobrevivas, no para que seas feliz. Así que no le gustan los cambios, porque es un terreno que no conoce y por lo tanto no es tan eficaz previendo problemas.
Sólo quiero poner de manifiesto que esas razones tan lógicas para no hacer algo, son las excusas que buscamos para no hacer algo. Y como este artículo es sobre meditación, vamos a hablar de ello.
Aunque ¿qué tipo de meditación? Hay tantos como te puedas imaginar. Pero sobre todo me baso en lo que conozco: el mindfulness. Si practicas otra forma, pues seguro que también se puede aplicar varios de estos puntos.
NO TENGO TIEMPO
No tienes tiempo ¿para qué? En general, cuando te preparas por la mañana para salir de casa, ¿negocias con la agenda el tiempo de lavarte los dientes? No, porque ni te lo planteas. El tiempo no se tiene, SE HACE. Y eso es una manera abismalmente diferente de ver el tiempo. Si quieres hacer algo, creas el tiempo para hacerlo. Buscar el tiempo cuando algo nos interesa es parte de hacer esa actividad. Pero vale, te concedo que no puedes apretar más tu agenda. ¿Puedes levantarte 5 minutos antes de la cama? Cuando vas en el coche al trabajo o a recoger a los niños del colegio ¿cuánto tiempo empleas? Al hacer cola en el supermercado, la taquilla del cine para comprar una entrada, en el paso de cebra esperando el semáforo en verde…. ¿Lo ves? Cada día se presentan un montón de oportunidades de poder meditar. Ah, ¿no sabías que se puede meditar mientras haces esas cosas? Mira, meditar en posición de loto, con incienso y velas y en luna llena es una cosa, pero hay otras meditaciones de estar en el presente, sin más, que se pueden hacer en cualquier momento de tu vida, porque siempre estarás en presente en tu vida. Y sólo necesitas tu respiración para centrarte, o escuchar los sonidos que te rodean, o notar las sensaciones físicas que experimentas en ese momento. Es estar presente en ese presente, no en tu cabeza. Así de sencillo.
También es verdad que la generación de nuevos hábitos lleva un tiempo, y ese pequeño esfuerzo es el que vas a tener que hacer al principio, hasta que se consolide como una costumbre. Y ¿sabes qué? Cuando meditas regularmente, ¡tienes más tiempo! Hacer una actividad que no es actividad en sí misma sino que nos pone en pausa, calma nuestro cerebro y de esa manera podemos gestionar mejor nuestra agenda, sin tanto estrés. Porque estamos hablando de una rutina de 10 minutos al día. Vamos, que tardas más en la cola de la farmacia o actualizando tu Facebook.
NO ESTOY CÓMODO EN ESAS POSTURAS
Te doy completamente la razón. Poca gente puede estar cómoda en posición de loto sin un entrenamiento de años. Pero ¿quién te ha dicho que tienes que ponerte así? Sentado en una silla, tumbado, de pie, caminando…. Ni tienes que tener un vestuario especial, ni un altar, ni siquiera tienes que poner incienso si no quieres.
NO SÉ PONER LA MENTE EN BLANCO
Ni tú ni nadie….. Meditar no es poner la mente en blanco. Es más, tratar de parar los pensamientos es como ponerle puertas al campo, inútil completamente. La mente piensa, igual que el corazón late o la sangre fluye. Si uno de los órganos no hace su función estamos en problemas. El problema es que sólo nos damos cuenta del “mono borracho” que tenemos en la cabeza cuando nos ponemos a observarlo. Antes no lo hemos notado, pero ha estado saltando de rama en rama toooooodo el día. No se ha puesto así de repente, es que ahora te das cuenta de su actividad. Y tras años de parloteo y ruido incesante no tenemos ni idea de qué hacer con eso, porque la mente quiere actividad y entretenerse. Es normal. No se puede apagar al mono cuando meditas, eso nos pasa a todos. Pero puedes observarle saltar de árbol en árbol. Esa conciencia de observación es Mindfulness, ¡ya estás meditando! El objeto de meditación son tus pensamientos. Puedes cambiar de objeto: la respiración, los ruidos de la calle, etc y la mente, como no puede estar en 2 sitios a la vez, está en la lista de la compra o en la respiración. Pero siempre va a estar en uno de los dos sitios. No te pelees con que tu cabeza tiene mucha actividad, es como ha sido siempre y de ahí se parte. No tienes que hacerlo diferente para empezar
ESO ES MUY DIFÍCIL Y LLEVA AÑOS
¿Qué es difícil? ¿Observar tu respiración mientras estás en el atasco matutino en el coche? Si el modelo ideal de meditador es el lama budista que se pasa 3 días en la misma postura y trasciende su naturaleza atravesando los velos de la realidad, sí: es muy difícil y lleva años. Pero ¿quieres meditar o ser un lama?
Tienes que ser honesto con lo que esperas de la meditación, qué expectativas tienes y en función de eso, ver hasta que punto estás dispuesto a trabajar para conseguirlas. ¿Quieres experiencias místicas de estado alterado de conciencia o si sólo quieres bajar el ritmo interno? En función de lo que necesites, hay una técnica de meditación perfecta para ti. Seguro. Pero si es lo segundo, desde el primer día lo vas a obtener, no es difícil.
ESO ES PARA MÍSTICOS Y ESPIRITUALES
Si de lo que estamos hablando es de calmar la mente para tener más serenidad, más control sobre nuestras respuestas automáticas, ser menos reactivos, más calmados, más salud, más presencia, etc… pues no sé dónde está aquí la religión. Si lo que quieres es formar parte de alguna filosofía de vida o religión que tenga la meditación como vía de conocimiento, pues sí. Pero es lo de antes ¿quieres meditar o ser budista? Porque de nuevo, son dos cosas diferentes. Ni hay que saber de espiritualidad o chakras para meditar, ni meditar te convierte en un practicante de la Nueva Era. Sólo en alguien más consciente.
NO LE VEO LA UTILIDAD
De nuevo ¿qué necesitas y qué esperas de la meditación? Un destacado estudio llevado a cabo por la Universidad de Harvard y el Hospital General de Massachusetts (http://news.harvard.edu/gazette/story/2012/11/meditations-positive-residual-effects/ ) demostró que en sólo 8 semanas, los practicantes experimentaron: reducción de estrés, mayor sentimiento de clama, aumentaron las áreas del cerebro relacionadas con la memoria, la empatía y la auto-consciencia.
El mero hecho de calmar al “mono borracho” durante 10 minutos, ya es un beneficio, se nota un cambio de energía. Cuanto más se practique, más cosas notarás. Pero tienes que pensar en qué quieres, porque a lo mejor la meditación no es la vía de conseguirlo y tienes que recurrir a otras técnicas para conseguir lo que buscas.
NO TENGO EXPERIENCIA EN ESTAS COSAS
Lo bueno es que no es necesaria. Cada uno trabaja con su situación, con su cabeza, con sus posibilidades, con su vida. Si quieres empezar cualquier actividad, no vas a la clase de avanzados, sino a la que corresponde a tu nivel, ¿verdad? Empieza con lo que puedas. ¿Sabes respirar? Pues ya tienes con qué empezar a meditar. No empieces con meditaciones que requieran mucha concentración porque va a ser frustrante.
¿Te dices algo diferente a estos razonamientos?
Las razones que te das para no hacerlo ¿cómo de sólidas son?
¿Quieres meditar pero siempre hay obstáculos?
¿Meditar es algo que crees muy lejano a ti, aunque te llama la atención?
¿Qué esperas de la meditación?
¿Qué estás dispuesto a hacer para obtener resultados?
Nuria Velasco
Coaching, PNL y Registros Akáshicos
www.tulibrodelavida.com