Nuevo artículo en Mindalia: ¿Sabes escuchar?

(Artículo publicado por primera vez en Mindalia)

La pregunta que da título a este artículo de reflexión no es gratuita. Sé que sabes que “escuchar”articulo_sabes_escuchar no es lo mismo que “oír”, pero ¿te has planteado qué significa “escuchar”? Y sobre todo ¿qué tienes que hacer para escuchar?

El otro día, vi la charla TED de Julian Trasure donde decía que pasamos el 60% del tiempo escuchando, pero sólo retenemos el 25% de lo que escuchamos. Ya no es que escuchemos poco, sino que la calidad de lo que retenemos es muy pobre. El perfil de las comunicaciones interpersonales más habitual se representa de la siguiente manera: el emisor piensa su mensaje un 100%, lo que trasmite de ese mensaje es más o menos un 80%, el que lo recibe percibe sólo un 60% de ese 80% y además lo interpreta un 50% de ese 60%. Y con eso da su feedback. Madre qué lio. Es decir: el que piensa no dice todo lo que piensa y de eso se percibe una parte y se interpreta la mitad, de manera que el mensaje inicial se ha degradado completamente en todo el proceso. Lo que quiero decir no es lo que digo, ni lo que el otro oye, que entiende otra cosa y con lo que ha retenido, contesta. Total, complicado que nos entendamos con esa manera de comunicarnos. ¡¡Y así lo hacemos constantemente!!

Hay barreras en la comunicación que forman parte tanto del emisor como del receptor. Y muchas de esas barreras pueden ser incluso culturales. Nos han enseñado a hablar pero no a escuchar. Normalmente nos distraemos después de un par de frases para empezar a preparar lo que vamos a decir. Y si lo que nos están diciendo nos enfada o nos aburre, sabemos que no les vamos a dejar ni terminar la primera frase.

Escuchar activamente requiere concentración y querer convertirse en un oyente activo. Hay que dejar la necesidad de expresar nuestro importantísimo punto de vista. Escuchar de verdad implica no añadir nada propio a lo que se está recibiendo. Escuchar sin más es un acto de humildad, donde la importancia personal está fuera de la situación. Es mucho más cansada la escucha activa porque exige una atención deliberada.

¿Para qué hacerlo entonces?

Creo que estaremos de acuerdo con que no nos va bien cómo nos comunicamos. Tenemos 2 orejas y 1 boca y eso debería darnos la medida del tiempo en que tenemos que hacer cada cosa, pero hablamos el doble, como si tuviéramos dos bocas y escuchamos la mitad de lo que tendríamos que hacerlo.

¿Qué cambiaría si escucháramos?

Tendrás que descubrirlo por ti mismo. Nadie puede predecir el impacto sobre tu entorno cuando cambias cómo te relacionas con los demás. Podemos suponer algunas cosas por cómo nos sentimos al ser escuchados.

 

“Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar.”

Epicteto de Frigia

 

Si nos sentimos escuchados, tenemos menos miedo a expresarnos y por lo tanto somos más auténticos, tenemos menos inhibiciones y podemos decir las cosas en la manera en que queríamos decirlas.

Cuando nos escuchan, aunque no nos expresemos perfectamente, nos “entienden”, no se malinterpreta lo que digo porque están viendo también lo que quiero decir y cómo lo digo. Eso completa el mensaje y no se puede tergiversar.

En una conversación donde nos escuchan, sabemos que vamos a terminar nuestras frases y no vamos a sentirnos frustrados por ser cortados una y otra vez.

Sabemos que todo el ruido que hay en la cabeza de quien nos escucha, es dejado a un lado para atender sólo a nuestro mensaje. Su estado de ánimo no interfiere porque sabe que es suyo y nos hace responsable de él.

Sabemos que no tendremos que repetir las cosas o decirlas de diferentes maneras para que se enteren, porque lo habrán hecho a la primera y la conversación no se atascará en un bucle.

Sentimos que no están pensando en qué contestar mientras escuchan, sino que lo harán después de escuchar.

Sabemos que el sentido general no se perderá por los detalles.

Como me ha escuchado, su feedback y su respuesta son los adecuados y están completamente relacionados con mi mensaje, no saltará a otro tema o dará vueltas para convencerme de algo.

Nuestras emociones no serán rechazadas. Nuestras palabras no serán juzgadas. Nuestro mensaje será compartido con otro ser vivo. No nos vendrá de vuelta la historia personal del otro ni consejos que no hemos pedido. No necesitamos defendernos o atacar para mantener una conversación. Nadie se toma personalmente nuestra historia.

Cuando nos escuchan, nos dan un lugar en el mundo, y un lugar importante. Nos convertimos en su presente y toda su conciencia está llena de nosotros en ese momento.

Así nos sentimos cuando somos de verdad escuchados. Si no me crees, compruébalo. Pero cuidado, puedes darte cuenta de que jamás te han escuchado de verdad. Esa capacidad de dar sentido al mundo del otro sólo por escucharle es realmente transformadora.

Es la forma de escucha de ciertos terapeutas, psicólogos y por supuesto coaches. La confianza que sientes cuando cuentas tu vida a un de estos profesionales deriva de cómo te escuchan. Imagina que vas a una consulta y según estás contando tu problema te das cuenta de que el profesional está mirando su móvil, consultando su reloj o revisando unos papeles mientras de dice: “ajá… sí….. ah…..claro, claro….”. Te está oyendo, eso se lo concedemos, pero ¿confías en él?, ¿crees que va a ayudarte? Tu confianza empieza por sentirte escuchado y no juzgado. Pues así funciona también en la vida fuera de las consultas.

A pesar del esfuerzo inicial y la paciencia necesaria por cambiar algo que siempre hemos hecho de una manera, descubrirás que es mucho más honesto y exige menos de nosotros, simplemente escuchar. Hay mucha más paz interior si no estás interpretando y juzgando lo que estás recibiendo, sólo observando. Descubres muchas más cosas de los demás y de ti mismo, porque ese silencio deja paso a pensamientos y emociones muy profundas, que no salían a la superficie por el ruido superficial constante. Te das cuenta de un montón de señales e información inconsciente que está emitiendo el otro, y esto, en ciertas situaciones es una ventaja enorme. El “ver” a la otra persona y que la otra persona se sienta “vista” crea un vínculo muy especial en ese presente.

¿Cómo escuchas a los demás?

¿Te sientes escuchado?

¿Cuánto te distraes cuando escuchas al otro?

¿Qué te frustra más cuando intentas mantener una conversación con tu pareja, hijos, padres, subordinados…?

¿Cómo cambiarían las relaciones que mantienes en tu entorno con esta nueva forma de comunicación?

¿Qué tendrías que dejar de hacer para poder escuchar?

¿Qué tendrías que cambiar’

¿Cuánto ayudaría esto en la resolución de conflictos en tu equipo de trabajo, o en tu familia?

¿Cuánto estimularía la cooperación y la ayuda?

¿Cuánto hace que no te entienden?

 

Nuria Velasco

Coach Transpersonal y Lectora de Registros Akáshicos

www.tulibrodelavida.com

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