Artículo: La pregunta primaria.

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Todos nos hacemos preguntas todo el tiempo. Normalmente, como dejamos que esa parte funcione “sola”, las preguntas suelen ser del mismo tipo. Y como no somos conscientes del mindset que utilizamos para enfrentarnos a cada situación, tendemos a preguntarnos siempre lo mismo. O mejor dicho: las mismas preguntas aparecen una y otra vez. Es como si sólo pudieran surgir de manera natural un grupo de ellas. Pero ¿qué crees que pasaría si te hicieras otras preguntas diferentes?
¿Crees que podrías encontrar respuestas diferentes?

Es interesante, porque los pensamientos que he tenido hoy ya los tuve ayer. Con la misma lógica, las respuestas que obtuve con las preguntas de siempre, tienden a ser las mismas siempre.
Pero ¿puedo pensar preguntas diferentes con la misma mente?
Obviamente sí, pero se requiere un considerable esfuerzo si no se tiene ninguna técnica de reencuadre de pensamientos, por ejemplo. Pero posible es, claro.

Si las preguntas te llevan a descubrir o solucionar o aprender algo, estupendo. Pero si te llevan a un “perro que se muerde la cola” o “al mismo callejón sin salida otra vez” es señal que tienes que cambiar las preguntas para obtener resultados diferentes.

¿Estamos de acuerdo más o menos hasta aquí? ¿Coincides en que hay una base de preguntas que sueles hacerte siempre en determinadas situaciones?

Vamos a saltar a lo más profundo desde aquí, así que antes de hacerlo pregúntate:
¿Qué sueles pensar cuando estás en una situación desagradable?
¿Qué pensamientos repetidos has tenido en los problemas de tu vida?
¿Qué es lo primero que viene a tu mente cuando “otra vez” pasa algo?

Voy a ponerte un ejemplo por si te ayuda a identificar tus preguntas. Imagina una persona que ante los fracasos de pareja piensa:
– ¿Por qué nunca me duran las relaciones?
– ¿Qué fallo tengo?
– ¿Por qué nunca consigo el amor?
– ¿Por qué los demás sí lo pueden hacer?

Otro ejemplo. Ahora es una persona en su contexto laboral, el jefe le ha señalado un error importante que ha cometido:
– ¿Siempre a mi?
– ¿Por qué no tendré un trabajo fácil?
– ¿Por qué la tiene tomada conmigo?
– ¿Cuándo se dará cuenta de lo que valgo?
– ¿Por qué me complico tanto la vida?

Quizá no nos paramos a contemplar las preguntas que nos hacemos hasta ese punto de poder verlas. Son más un batiburrillo de pensamientos.. Pero ahora tienes la oportunidad de darles forma. Imaginate a ti mismo en la última situación complicada que viviste y trata de rescatar ese diálogo interior, a ver qué preguntas te estabas haciendo y escríbelas. Atrévete a hacerlo. Mira esas preguntas un rato y contesta:

¿Qué pregunta hay en realidad detrás de todas estas?

 

Porque esa es la pregunta primaria. La que nos mueve en secreto y la que determina dónde estamos poniendo nuestro foco de atención. Porque las preguntas nos llevan a mirar unas respuestas determinadas y éstas nos conceden un estado de ánimo. Si estamos mirando sólo donde unas preguntas nos permiten mirar, estamos sosteniendo una realidad muy concreta.

Esa pregunta primaria nos mueve la vida clandestinamente. Así de importante es. Me da igual cómo se ha colado en nuestro sistema, lo importante ahora es localizarla. Porque una vez que se hace consciente, empezamos a poder hacer algo con ella.

Te cuento el caso de una persona que me ha dado su permiso. Sus preguntas repetidas ante los problemas o los fracasos eran ¿por qué no puedo tener una relación estable?, ¿por qué no puedo tener un trabajo que me guste?, ¿por qué no me apoyan mis amigas?, ¿por qué siempre tengo problemas con el dinero?, ¿cuándo me va a pasar algo bueno?…. Lo que estaba escondido detrás de todas sus preguntas sin respuestas durante toda su vida era: “¿Por qué yo no?”

¿Puedes darte cuenta del profundo dolor y frustración que había detrás de esa pregunta? Inconscientemente, se había comparado con el resto del mundo y sólo era capaz de ver lo que no tenía y los demás sí. Ese dolor y frustración eran fruto de una falta de amor y este era el motor de todo. Desde ahí se movía, sólo veía lo que no tenía y los demás sí, porque sólo veía esa respuesta (porque sólo había una pregunta). Su sistema se daba la razón todo el tiempo, sosteniendo su foco en lo que mantenía la pregunta. Si su pregunta primaria fuera: ¿qué puedo hacer para ser mejor?, ante un problema saltaría un resorte de búsqueda de soluciones y posibilidades de resolución. Pero con su pregunta, no había escapatoria. Toda su vida era el resultado de su pregunta. Dice Buda: “Tu vida es el resultado de tu pensamiento.”

¿De verdad esto es así? ¿Qué crees?

Busca esa respuesta también en ti. Busca la pregunta última que genera todas las demás en tu vida y mírala de frente, que no puede hacernos daño. Daño hace estando oculta y moviéndonos en silencio. Pero una vez que la encontramos, mirarla a la cara es liberarnos de parte de su poder. Porque si vale en un sentido, vale para el otro: si existe una pregunta, puede existir otra que la sustituya.

A continuación hay que seguir trabajando para reemplazarla por otra que nos impulse y nos libere. También hay que escuchar y transformar el dolor detrás de la pregunta. Esa capa tan profunda está más allá de tu personalidad. Ese viaje me parece fascinante, por eso me especialicé en Coaching Transpersonal, porque es a donde podemos ir con este sistema.

Puedes hacerte auto-coaching. Simplemente sé honesto contigo mismo y contéstate:

¿Cuál es tu pregunta primaria?
¿Cómo ha dado forma a tu realidad?
¿Quién eres con esa pregunta?
¿Cómo te ayuda?
¿Cuánto quieres mantenerla?
¿Quién serás con otra pregunta?
Imagina alguien a quien admires mucho. ¿Cuál crees que es su pregunta?
¿Cuál sería la pregunta que te daría vida y energía?
¿Cuál sería la pregunta que necesitarías tener en este momento?
¿Qué te impide cambiarla?
¿En qué zona de confort te mantienes no cambiándola?

 

Nuria Velasco

Coach Transpersonal y Lectora de Registros Akáshicos

 

 

 

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