(Publicado por primera vez en Mindalia) Es posible que algo que solemos decirle a los niños (con nuestra mejor intención, por supuesto), no tenga las mejores consecuencias para él: “qué listo eres”. Vamos a contextualizar esa frase para que tenga sentido. Imaginad que cuando llega con sus buenas notas vuestro hijo, hija, sobrino, nieta, etc. le decís: “qué buenas notas, eso es porque eres muy inteligente”, “los niños listos siempre sacan buenas notas” o algún halago similar. En vuestro ánimo está que se sientan orgullosos de su logro pero en realidad se está alimentando lo que se conoce como “mente fija”, es decir: esa cualidad o talento está fija en sus rasgos personales con lo que no la desarrolla, sólo la documenta. A este tipo de mente le cuesta crecer y aprender, porque no tiene que esforzarse por algo que le sale de manera natural. Para esta tipo de mentalidad, sólo los que carecen de capacidad tienen que desarrollarla, ellos no tienen que hacerlo. Los estudios psicológicos demuestran que ante las dificultades, estos niños talentosos eran menos resistentes y más proclives a realizar trampas para conseguir los resultados.
El termino para la otra mente, es Mindset, desarrollado por la psicóloga Carol Dweck. Lo contrario a una mente fija es una “mentalidad de crecimiento”. Cuando se premia el proceso, cómo se involucra, su esfuerzo, su estrategia, su enfoque y perseverancia, se está ayudando a los niños a que sean resilientes, a que crean que las habilidades pueden desarrollarse, que lo mejor siempre es posible. Son niños más persistentes ante las dificultades y afrontan mejor los retos.
La mente fija enjuicia y critica porque las cosas sólo son éxitos o fracasos. Sólo mira los resultados, no el proceso, mientras que la mentalidad de crecimiento tiene un monólogo interior menos dualista porque tiene un panorama más extenso: ve las posibilidades. La mente fija dice “el fracaso es el límite de mis habilidades” mientras que la otra dice “el fracaso es una oportunidad para crecer”. La fija dice: “o soy bueno o no lo soy”, mientras que la otra dice: “puedo aprender cualquier cosa que me proponga”. La fija dice: “me quedo en lo que conozco”, y la otra dice: “me gusta probar nuevas cosas”. La fija dice: “o puedo o no puedo hacerlo”, la otra: “los desafíos me ayudan a crecer”.
¿Se ve clara la diferencia? Estamos hablando de niños y de sus estudios, pero ¿no se podría aplicar a cualquier persona al margen de su edad? ¿No es la mentalidad de crecimiento la que parece que tiene más posibilidades y ofrece mayor aventura? Todos tenemos talentos, pero si consideramos que sólo son un punto de partida para seguir creciendo, entonces la vida es un puro aprendizaje constante. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones, el cerebro es plástico durante toda su vida, así que podemos aprender y cambiar si nos lo proponemos. Cuanta más práctica tengamos en hacerlo, más fácil nos resultará, como todo.
Hay un aspecto del Minset que me gusta mucho y es que este tipo de mentalidad acepta las habilidades pero también los aspectos negativos de la persona y sabe que ese es sólo el punto de partida. Podemos vernos de una manera única y distinta: somos potencial. Creo que ahí radica una libertad que nadie puede darnos o quitarnos. Desde ahí podemos ver más opciones a nuestros problemas, nos damos más oportunidades de éxito, podemos auto-motivarnos y ser más audaces y visionarios.
Podemos llevarlo a cualquier área. Las empresas de mentalidad fija suelen estar muy jerarquizadas y no se premia la iniciativa, la innovación o la diferencia. Y ¿en las relaciones? La mentalidad fija no cree que haya que esforzarse por mantener lo que ya tiene porque espera que todo funcione sin mediar esfuerzo. La otra mentalidad entiende que hay un 50% de responsabilidad en cada miembro de la pareja, que hay que poner muchas cosas en común y ese proceso de encajar forma parte de la relación y merece la pena. ¿Te has dado cuenta que un deportista de élite nunca deja de querer superarse? Y ¿en la Enseñanza, la Paternidad , tu carrera profesional, tu salud o cualquier otro ámbito? Es una manera de interpretar la vida, de ver las situaciones,, de vernos a nosotros mismos…. Es una manera de vivir.
Ahora, vuelve a observar la diferencia entre decir a tu hijo: “qué listo eres, qué bien se te dan las asignaturas” o decirle: “qué bien se te dan las asignaturas, se nota que te esfuerzas mucho”. ¿Lo ves? Recuerda: atribuir el éxito al esfuerzo, la creatividad, las estrategias y la perseverancia ayuda al desarrollo de todo el potencial.
Si fracasas es posible que no sea porque no tienes inteligencia o talento, sino porque no has perseverado lo suficiente porque tu mentalidad te dijo que te rindieras. Siempre puedes conseguir más de lo que tienes si te lo propones. La inteligencia es maleable. Pero tienes que ser honesto ¿perteneces al 40% de personas con mentalidad fija o al otro 40% con mentalidad de crecimiento?
Nuria Velasco
Coaching, PNL y Registros Akáshicos