(Publicado por primera vez en Mindalia) ¿Alguna vez te has parado a observar lo que piensas? Si nuestra cabeza pudiera tener unos altavoces y se pudieran oír los pensamientos (todos ellos), como en una emisora de radio, ¿cómo sería? Una locura, ¿verdad?
La mayoría de los pensamientos que tenemos hoy, ya los tuvimos ayer, y antes de ayer, y el anterior. Tenemos pensamientos de segunda mano, que no son nuestros, pero que hemos acogido. Tenemos pensamientos que se contradicen a sí mismos. Hay pensamientos que nos hacen daño y conscientemente seguimos alimentándolos. Y tenemos muchos, muchísimos pensamientos completamente inútiles. Son pesos que no nos dejan ser quienes somos en realidad, que no nos permiten avanzar, que pertenecen a nuestro pasado y por lo tanto, nada saben del presente. Tenemos tanto acumulado, que es difícil encontrar el espacio para nuevos pensamientos. De hecho los antiguos, por haberles concedido tanta importancia, nos incapacitan para tener nuevas posibilidades.
Es agotador pensar tanto como pensamos y que sirva para tan poco. Tanta actividad generando ruido y más ruido constantemente, contaminando nuestra presencia y nuestro entorno. No es broma: todo es energía, luego los pensamientos también. Y la baja vibración y mala calidad de los pensamientos que tenemos contaminan el aire y nuestra vida. El humo que sale de nuestras cabezas también lo respiramos.
De vez en cuando hay que hacer como con los armarios: abrirlos, ver lo que ya no nos ponemos, sacar cosas viejas, dejar espacio a lo nuevo, tirar lo que ya no sirve. En definitiva: ver lo que hay y decidir si algo es útil o inútil. A fin de cuentas ¿por qué tanta lealtad a un pensamiento? ¿Qué es lo que nos da tanto miedo?, ¿por qué no queremos cambiarlos? Quizá la identificación. Creemos que somos lo que pensamos y además creemos que lo que pensamos es verdad. Nosotros tenemos pensamientos pero no somos pensamientos. En cuanto a lo segundo: los pensamientos son ideas, opiniones, no son la verdad. Eso no está en la cualidad de un pensamiento. Sólo tenemos opiniones sobre las cosas, no la verdad. Todo esto, está claro, no es más que mi opinión y mi manera de ver el mundo, no es La verdad ?
Al final, nuestros pensamientos generan nuestro destino, porque es lo de hacemos y convertimos en hábitos. Y los hábitos y las costumbres conforman nuestra vida. Estamos siempre a un pensamiento de que nos cambie la vida. Recuérdalo.
Busca la manera de deshacerte de lo que ya no te sirve. Deja de ser leal a lo que te está limitando. Haz dieta mental.
¿Cuál es el pensamiento inútil que tienes que tirar primero?
Nuria Velasco
Coaching, PNL y Registros Akáshicos